En general, un modelo energético sostenible sería aquel caracterizado por unos patrones de producción y consumo que compatibilizaran el desarrollo económico, social y ambiental, satisfaciendo las necesidades energéticas de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.
Para que ello sea posible, el modelo energético debe tener en cuenta tres elementos básicos:
• Seguridad energética: debe garantizar la continuidad del suministro a precios razonables para los consumidores.
• Competitividad: no debe suponer un peligro para la competitividad de la economía, y su crecimiento.
• Sostenibilidad ambiental: la producción y el consumo de energía no deben suponer un impacto inasumible para el entorno.
Dentro de este ámbito, el sector energético, como responsable del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, debe jugar un papel muy importante en la lucha contra el cambio climático.
El modelo energético actual se caracteriza por un crecimiento constante del consumo energético, basado en recursos finitos, principalmente combustibles fósiles. Según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda de energía primaria mundial crecerá en el escenario de referencia un 30% hasta el año 2040, manteniéndose un peso importante de los combustibles fósiles sobre el consumo total, de forma que carbón, gas natural y petróleo representarán el 80% de la energía consumida en 2040 como se puede ver en la Figura siguiente:
Fuente: Evolución del consumo mundial de energía primaria en el escenario de referencia.
Fuente: BP Energy Outlook 2017